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  • Foto del escritorAdrián Rodríguez Alcocer

¿Entonces nunca me casé?

Actualizado: 27 jun 2020

Hace unos días, mientras trabajaba un caso en etapa prejudicial, recibí una llamada de la parte demandada, la esposa de mi cliente. Después de varios minutos de responder sus preguntas, me dijo: "¿lo que usted me quiere decir es que entonces nunca me casé?"


A pesar de ser católica, conocía muy poco del derecho canónico y, especialmente, de lo que significaba la nulidad matrimonial. Para ella, según pude entender de lo que me comentaba, la nulidad era un sinónimo del divorcio, solo que de alguna manera aprobado por la Iglesia.


Este es uno de los mitos que suelo encontrarme en mi práctica profesional y que me muestran la necesidad de comprender mejor qué es el matrimonio y qué significa casarse. Me da la impresión que hoy en día muy pocos saben realmente qué es lo que hace una pareja cuando se casa. No me refiero a cómo es una boda, o a qué postura deben adoptar en cada parte de la misa, sino a lo que significa que los novios se intercambien el consentimiento matrimonial y constituyan, como dice el canon 1055 del Código de Derecho Canónico, una alianza matrimonial para toda la vida.


Pero, como se trata de una alianza, es decir de un pacto o un contrato, se trata también de un acto jurídico, del establecimiento de un vínculo que surge por la voluntad de los contrayentes. Claro, esto es sólo la estructura básica de la gran maravilla que es el sacramento del matrimonio, pero es precisamente lo que le da origen. Y como acto jurídico, requiere de ciertos elementos para existir, cuya ausencia, en el momento de celebrarse el matrimonio, produce solamente la apariencia de matrimonio, es decir, un matrimonio inexistente.


Ya en futuras ocasiones podremos analizar cuáles son esos elementos, lo importante es rescatar, para responder a uno de esos mitos a los que me refería al principio, que el proceso de nulidad matrimonial no sirve para "divorciar" a los creyentes, sino que es un proceso de investigación de la verdad sobre el estado de vida de los presuntos cónyuges: saber si efectivamente están casados o no. Al final, eso es lo que hace el tribunal eclesiástico, si se pronuncia favorable a la nulidad: declara que existe suficiente certeza (certeza moral) de que ese matrimonio en realidad no existió. Eso fue lo que le respondí a esta persona: "no me toca a mí decir si usted se casó o no, pero eso es precisamente de lo que trata el proceso de nulidad."


Claro que la nulidad matrimonial puede tomarse irresponsablemente como una forma de "divorciarse" entre los católicos, pero eso es un engaño y un sinsentido. Si se le toma con seriedad, puede ser una experiencia liberadora (porque la Verdad nos hace libres) y de reencuentro con la fe y con la misericordia de Dios.


Si quieres conocer cuáles son los otros mitos, o saber más acerca de la nulidad matrimonial, te invito a ver la conferencia virtual con el mismo título que esta publicación, que daré el 2 de julio a las 12:00. El enlace lo puedes encontrar aquí.


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